lunes, 16 de abril de 2012
Un gordo diferente
“Este gordo ocupa mucho lugar, debe comprar dos billetes”, nos responde el dependiente sentado en su taquilla. Desde que prohibieron subir botellas a los aviones, trasladarse resulta un tormento, sin hablar del gasto adicional que, dados nuestros limitados ingresos, supone un esfuerzo enorme. Igual da que vayamos en misión humanitaria, no hay descuento.
Me encojo de hombros impotente asintiendo cuando mi socio me interroga con la mirada sobre qué hacer. No queda otra que pagar el doble. Atrás quedaron los tiempos en que viajábamos en alfombras voladoras tan ricamente.
Aladino abre la cartera y saca la tarjeta de crédito blasfemando en arameo mientras yo deposito la lámpara maravillosa en el contenedor de reciclado.
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