jueves, 12 de abril de 2012
La mochila
El hombre que estaba sentado frente a mí, era un tipo grande con una mochila casi infantil. A su lado estaba un chaval con un mochilón que daba miedo. Al levantarse, el niño cogió la mochila del hombre; intenté avisarle, pero no debió de oírme. Cuando le comuniqué al tipo lo ocurrido, se rió. Así que ni corta ni perezosa le espeté, mirándole a los ojos:
‘¿Puedo saber dónde está la gracia?’
Con parsimonia me respondió que llevaba dos días sin llenar su mochilita siquiera con una parvedad.
‘Seguro que ese niño lleva un buen bocata en la suya’. Añadió con visible complacencia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario