Dos bajo cero. El viticultor contempla a un mirlo que está saltando entre las desnudas filas de vides, una fina capa de nieve las cubre, protegiendo así su dignidad. Con la llegada del invierno aparece la nostalgia; recuerda la alegría y las risas de su familia en las vendimias en los tiempos difíciles; aquella fusión de sabores en la boca, olores de barricas de robles, colores rubíes; esparteñas pisoteando la uva; botellas de vidrio tintineando en la bodega…
Al descorchar una botella le revela un vino lleno de aromas suaves y palabras atrapadas, además del nombre de su empresa, recordando a su esposa. Parece que lo tiene todo, pero hace un año enviudó; la añora, quizás ya no tenga nada…
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