Lucena había conseguido el trabajo de médica forense en la morgue judicial; el domingo su esposo preparó un asado y luego de saborear entrañas, riñones, vino tinto y brindar con una refrescante sidra, le deseó que tuviera mucho trabajo.
El lunes se presentó ante sus colegas quienes la invitaron a desayunar en una de las mesas vacías de seres inanimados, luego trajeron tres cuerpos y el director le dijo a Lucena, que realizara su primera autopsia oficial.
Dos mujeres y un hombre esperaban su elección... y no tuvo dudas, jamás permitiría que un desconocido, buceara en el cuerpo inerte de su esposo.
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