Aquel mensaje publicitario, expuesto en una gran esfera hinchable de helio, aguantó estoicamente las primeras nevadas del invierno, recibió con serenidad el constante impacto de la contaminación, incluso soportó sin alterarse el paso de la temida ciclogénesis explosiva. Para los ciudadanos formaba ya parte del sólido mobiliario urbano.
Un día ocurrió la catástrofe, el calentamiento global ocasionó el fatal pinchazo, la rotura de la capa principal provocó los brutales giros, las fuertes sacudidas y la potente explosión final, fueron minutos de pánico generalizado, después llegó el silencio.
Sólo aquella esfera publicitaria quedó intacta, su eterno mensaje continúa orbitando alrededor del sol: “somos pioneros en desarrollo y sostenibilidad”.
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