viernes, 26 de marzo de 2010
Dulce adiós
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas a medida que las manillas del reloj luchaban por marcar las cinco de la tarde. El tren anunciaba su macha y los dos enamorados se fundieron en un tierno abrazo . Habían pasado el mejor verano de sus vida pero la hora de partir había llegado y ahora las cartas, las conversaciones telefónicas y la ilusión de volverse a ver llenarían sus minutos y avivarían su ilusión. Él subió en el tren cargando con su pesada maleta y cuando tomó asiento dirigió su mirada al andén para despedirse no la vió, y cuando se giró hacia su asiento un beso furtivo rozó sus labios. La joven bajó del tren con aquella despedida dulce.
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