El jinete coronó el cerro e hincó las espuelas en los ijares del alazán lanzándolo a galope tendido. Había salido del castillo de Calasparra, después de divisar los vigías movimientos de tropas enemigas sarracenas y debía recorrer varias poblaciones hasta reunir las mesnadas del Conde en la fortaleza principal de Caravaca de la Cruz.
Al llegar al Segura comprobó que bajaba crecido y tuvo que buscar un vado. Eso le hizo perder un tiempo precioso, tal vez crucial para evitar una nueva razzia de los muslimes.
Siguió cabalgando toda la noche y ya al amanecer, cansado y hambriento, el caballero de la Orden del Temple hizo un alto para recuperar fuerzas y buscó algunas setas en un pequeño bosquecillo.
Tras la frugal comida emprendió la marcha, mas pronto se topó con una tropilla de muslimes fuertemente armados. Tenía dos opciones: rehusar el combate o enfrentarse a la muerte.
El cadáver del templario lo encontraron unos campesinos flotando en el río Argos pero ni se había ahogado ni le habían matado los infieles: murió por cicuta verde; la Amanita Phalloides es una seta altamente venenosa, y es que el del Temple decidió huir aunque ya antes había cometido un error mortal.
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