Todos mis recuerdos se secaron al sol, a la luna y a las noches frías de invierno. Algunos comenzaron a volar por el movimiento acompasado del aire y otros seguían allí colgados como un buque amarrado en el puerto. Finalmente, recogí todo lo que hace tiempo colgué en aquel viejo tendedero de mi balcón y cambié viejos recuerdos por flores de colores, flores que bailaron al son de una música movida y a conjunto de una nueva sonrisa que una amiga compró para mí en uno de esos bazares de la India.
Hoy, por fin, tras una larga espera, tras incansables noches en vela y mañanas de inexplicable resaca de sueños, por fin he podido retomar mi nueva vida.
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