miércoles, 20 de abril de 2011
EL MATADERO TERRESTRE
Todos los metros del mundo estallan dentro de mí. Me resulta complicado discernir entre el bien y el mal. Me descubro a mí mismo dentro de un vagón de metro. Me alegro de estar sentado. Soy la media aritmética de un resto de seis paradas, soy los ojos de sus caras automáticas. La muchedumbre intercambia extremidades. Mi mano derecha tiembla levemente y quiere comenzar a arder, pero yo me hago el dormido. Entra paz y tranquilidad, sale tensión y nerviosismo: abdominalmente simple. El universo quiere que el hacinamiento estalle al abrirse aquellas puertas. Salgo con el fuego controlado y las hordas me guían con su inercia hacia la luz que no existe. Suben las hormigas al matadero terrestre
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