lunes, 18 de abril de 2011
La tienda de recuerdos
La encontré en una tienda de souvenirs, cerca de la playa. Pelirroja, ojos de gata, simpática y seductora. Tenía un acento muy divertido y una sonrisa cautivadora. Quería venderme hasta el mostrador pero yo, riendo, le dije que con un recuerdo me bastaba. Llevaba tanto tiempo soñando con un encuentro así. Me armé de valor y le invité a un café al terminar la jornada. Sorprendida y curiosa, aceptó tomar un refresco en una cafetería cercana. Nos sentamos en una mesa de mármol y le expliqué que llevaba años persiguiéndola sin conocerla. Y que ahora, en ese pueblo, en esa tienda, en ese día, por fin, por fin había encontrado a mi madre biológica.
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