martes, 19 de abril de 2011
TIERRA DE ESPERANZA
Elenita era menuda y enjuta a causa de la dura vida que había sufrido. Su rostro pálido estaba conformado por múltiples matices cada uno de los cuales reflejaba una insatisfacción profunda e intensa. Hacía mucho tiempo que quedó marcada a fuego, convirtiéndose en una niña, adolescente y posterior mujer deprimida, insegura y sin anhelos y esperanzas en la vida. Vivía como una autómata sumergida en la rutina. Observaba el pasar de los días sin haber conocido la alegría, el amor o la amistad, enfrascada en amargos recuerdos. Después de pasar todo aquello, decidió ir a probar suerte a Murcia, en un desesperado intento de acercarse a algo parecido a lo que podríamos llamar una vida normal
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