Cada día, tras darme una ducha, desayuno, me visto, hago un bocadillo y antes de ir a trabajar, contemplo la calle. Ella me saluda con todas las ventanas abiertas, las bocinas y el humo de los coches, las voces de los vecinos y el llanto de los niños que no quieren ir al colegio.
Hoy he seguido el mismo ritual, pero mi calle está ciega y muda, con las ventanas cerradas, no hay ruido de coches, ni voces de vecinos, ni llantos de niños.
¿Qué ha pasado?, ¿dónde está todo el mundo? Tengo miedo.
- ¡Juan!, ¡Juan! (grita mi mujer) vuelve a la cama, que son las 8 y es domingo. Estás loco, ¿qué haces levantado tan pronto?
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