lunes, 18 de abril de 2011
La espera.
¡Qué se puede hacer cuando el sonido de las agujas del reloj es esponjoso y no fluye! Cuando puedo oír el clamor de la sangre impulsada a la velocidad de la luz por la angustia de la demora. Las sombras del atardecer dibujan nuestras promesas en los edificios mientras escribo cada segundo con las letras de tu nombre y el color azul de tus suspiros. Maldita espera. Maldita época las horas que no estoy contigo
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