Pepo quería unos zapatos nuevos. No porque estuvieran viejos, si no porque los que tenía no le gustaban. Llevaba días protestando y pidiéndole a su madre unos:
–Mamá todos en la escuela tienen zapatos nuevos. Mira los míos, están rotos. Cómpramelos, cómpramelos, cómpramelos…- Repetía Pepo caprichoso.
Su madre, cansada de la insistencia de su hijo y viendo que no estaban tan viejos y que no tenía dinero para comprarle otros, decidió escondérselos.
A la mañana siguiente Pepo le preguntó a su madre:
- Mamá ¿dónde están mis zapatos?
-A lo que esta respondió:
-Tuve que tirarlos, estaban demasiado viejos. Tendrás que ir descalzo a la escuela.
-Pepo corrió entonces a buscar los viejos zapatos a la basura.
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