Bajo la queda madrugada, el perro percibió el susurro de un avión que cruzaba el cielo. Entonces, confundido, acostumbrado al silencio, comenzó a ladrar frente a la inmensa sierra que se desplegaba muda ante sus ojos.
Cada uno de sus histéricos ladridos, repetidos y devueltos por el eco, retumbaba en todo el sigiloso valle.
El animal se pasó la vida entera respondiendo a su propia llamada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario