El Hotel quedó a oscuras. Sólo una luz se movía en la cúpula del comedor como un candil. Bajó lentamente la escalera central. Corrimos hacia las puertas automáticas, inexorablemente cerradas. Para colmo, era justo a la medianoche del 31 de Diciembre de 2013, fecha de lúgubres predicciones escatológicas. La luz se arrastraba por el suelo. Pensé en almas de difuntos, en visitantes extraterrestres... Oí gritos de terror y de arrepentimiento. La luz se desplazó, indecisa, hasta caer en la fuente del centro del salón, dejando una negrura de fin de mundo.
El retorno de la electricidad nos sorprendió a todos, y más aún cuando vimos el cadáver chamuscado de la rata flotando en la fuente.
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