viernes, 8 de abril de 2011
AGONÍA
La puerta se abrió lentamente, tras ella una sombra negra se escondía entre la penumbra del pasillo. Sus ojos aterrados se dejaban ver por encima del cobertor. Llevaba más de tres noches acechándolo. Tenía miedo. Pronto cruzaría el umbral. Todo acabaría cuando ella entrara. Era inevitable. Nada podía hacer, ni si quiera rezar.
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