De repente me convertí en un monstruo, algunos rasgos de mi cara se fueron transformando y poco a poco fui convirtiéndome en un ser extraño, cada mañana al mirarme en el espejo era irreconocible. No existía ningún tipo de explicación médica. No la había. La cara comenzó a mancharse, las ojeras se volvieron cada vez más pronunciadas y por alguna razón los dientes amanecían cada mañana más torcidos, el cambio era gradual pero sustancial, la diferencia, día a día, era notoria, no podía explicarme lo que estaba sucediendo, el pelo comenzó a crecer, grueso y de extraños colores.
La gente parecía no notarlo, o tendrían la suficiente discreción como para no mencionarlo. Resultaba extraño pensar que la gente podría tener ese tipo de consideración, por eso empecé a sospechar que quizás no lo notaban. Quizás no veían más allá de sí mismos. Los niños me miraban con curiosidad, solo eso, me miraban sin burlas, ni susto, ni comentarios. Quizás ellos pueden ver lo que no hay a simple vista. O quizás, la mía, era un bella monstruosidad.
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