Despertó con la caricia de un rayo de sol sobre su piel y sonriendo pensó que nunca había tenido un sueño tan maravilloso como el de aquella noche; tan intenso que parecía la primera vez que soñaba.
En el desayuno intentó narrárselo a su esposa, pero ésta no mostró interés alguno...
Llamó a uno, dos, tres mejores amigos, pero no disponían de tiempo…
Derrocado en el intento, terminó en un banco del parque, murmurándoselo con resignación a las palomas. Se sorprendió cuando una de ellas espolvoreó las alas y, antes de iniciar el armonioso vuelo, contestó: “no es que tu sueño no les interese sino que ellos todavía no han aprendido a soñar…, te lo dice un enfermo en fase terminal”.
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