martes, 5 de abril de 2011
Desconocidos
Se abren las viejas puertas amarillas. La cola disminuye conforme la gente sube al autobús. Subo, pago, busco un sitio al fondo. Al pasar me voy fijando en las caras de las personas sentadas a izquierda y derecha. Desconocidos, pero familiares al mismo tiempo. Hasta podría decir algo sobre ellos: en qué parada se bajan, que les gusta comer o leer. Todos tienen un nombre, pero yo no lo sé. Para mí, tienen su apodo: la señora del carrito de la compra, el de la corbata que siempre va con prisas, el chico del ipod, la madre con el bebé...No los conozco, pero me gusta reconocerlos cada mañana, un grupo de desconocidos compartiendo destino cada mañana.
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