martes, 5 de abril de 2011
Utopía
Nació desnudo, con su llanto como evidencia de la añoranza por el único mundo que conocía, deseoso de volver allí y evitar la luz cegadora y el ruido ensordecedor del afuera. De a poco aprendió a sufrir y a reír, a olvidar y a obedecer, a ser alguien que tal vez no quería. Y entonces un buen día dio con su otra mitad, y del amor que se tuvieron se desprendió un cálido pétalo, de mayor vida que nunca, y tarea cumplida. Pero llegó la noche en que lo sorprendió la fatiga, la decadencia, y con ello la esperanza en la otra vida. Y hacia allí fue tal vez.
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