miércoles, 13 de abril de 2011
Llegadas
Paralelos de acero eternamente distantes se alejan camino del horizonte que dejo atrás, cuando digo adiós a todo cuanto he sido. Es la misma senda de hierro infinito que me acerca a ti, para empezar una nueva vida abrazada a tu pecho, como al destino. Imagino el brillo azul de tus ojos reflejado en los cristales de la vieja estación, esperándome por última vez. No estás solo. Mi corazón ya ha llegado y está ahí, contigo, mirando anhelante como la locomotora devora los raíles hasta las toperas de la Vía Cinco. Hemos vencido. El amor siempre lo hace.
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