Al final de ese antiguo balneario me espera siempre mi yo. Al alba salto con premura la vieja puerta erigida al inicio de esa endeble estructura de madera que se introduce en el mar.
Juntos contemplamos el infinito y a ese sol que pausadamente emerge de entre las aguas. A lo lejos vemos siempre pasar una pequeña flota de barcos pesqueros que al iniciar el día vuelven ya a casa tras otro día de faena.
Acudo a su encuentro menos de lo que debería, pero cuando estoy a su lado sé que es ahí donde debo estar y no en ningún otro sitio.
En ese balneario me reencuentro con mi yo, siempre le prometo no volverme a ir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario