miércoles, 13 de abril de 2011
UN DÍA MARAVILLOSO
Se despertó empapado en sudor y comprobó con poco asombro que el aire acondicionado había decidido tomarse unas vacaciones. El café estaba igual de insípido que en otros momentos, pero las tostadas le quedaron más bronceadas. Una lluvia extraña ensuciaba los coches y convertía el calor en algo tangible y pegajoso. La mañana en la oficina se complicó y ciertos problemas con los proveedores hicieron que Jaime saliera del trabajo con dos horas de retraso. A pesar de todo, llegó la tarde. Ana apareció con puntualidad británica. Y, por supuesto, aceptó el anillo de compromiso.
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