No sé ni puedo re visitar el pasado, y no hallo como estirar o achicar los recuerdos de lo vivido.
Además, considera: De pequeño nunca tuve patines, algo más grande me conformé con mirarlos en sus bicicletas o con sus motos.
Pasados los veinte renuncié a las fiestas y los bares porque nunca tuve suficiente dinero para pagar las cuotas de ingreso o el consumo de licores...
Siempre fui pobre y, aunque jamás he sido rencoroso, no responsabilicé a nadie de mi destino. Aun así, me pides que recuerde esa época de tanto sufrimiento, la misma que arranqué de mi vida por exceso de carencias… aquella a la que llamas –pomposamente- Hermosa Adolescencia...
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