Como a Adriana le gustaba tanto el agua decidió irse a vivir al océano. Estaba tan feliz, ya que no se imaginaba lugar donde hubiera más agua que en ese. Estaba en el lugar indicado y no sería más feliz que en ese lugar. Un día entró en una tormenta. El agua entraba de izquierda a derecha. Hasta que dejó de llover. Desde ese día anhelaba los días de lluvia. Su espíritu era insaciable. Le llevó a preguntarse por qué un lugar lleno de agua, sería capaz de recibir la lluvia.
No alcanza cuan alto esté el nivel del mar, siempre habrá lluvias para este océano. Donde hay agua, habrá más agua.
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