Conocí a Roberto por Internet, hacía seis meses.
Entonces decidimos que era el momento de conocernos.
Marcamos un punto en común en la mitad del camino de ambos.
Era la Estación Central de la Renfe de Asturias.
Cogí el tren y me senté en la ventana.
Llegué en el punto marcado y allí estaba él, Roberto.
Decidimos que deberíamos coger el tren a ninguna parte y hablar.
Así lo hicimos. Estuvimos casi todo el día viajando de tren, de un lado a
otro. Hablando de nuestras vidas, conociéndonos.
Hoy llevamos diez años casados, gracias al tren.
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