Encendió la televisión justo cuando imaginó la excusa que le daría. Estaría sentado en el mismo sitio de siempre, escuchando la misma música. "Cuando vendrás a casa", le dijo por teléfono.
"Volveré tarde, no me esperes despierto", contestó él.
Sabía que le engañaba, que se había acostado con otras.
Mario decidió que aquello no podía seguir así. Sacó el paquete de tabaco de las despedidas y se quitó la ropa. Un domingo por la tarde con sabor a sábado por la noche. Todavía se veían luces en casa de Lucía. Apagó el televisor y se quedó mirando al infinito.
Descolgó el teléfono y llamó otra vez a Lucía:
“Creo que voy a volver a fumar”.
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