lunes, 11 de abril de 2011
SOBRE EL PORTAL
Rozando el alba encontré al chico sobre el portal de la Ópera. Las arañas permanecían encendidas, hacía que brillara el dorado de la escalera y el bermejo despampanante de la alfombra. Delante el mármol era frío y oscuro. Él aún más oscuro, envuelto en mantas roñosas. Me acerqué. Comía una sandía. Se le notaba feliz, como si la probara por primera vez. Le caían las pepitas con descuido, un reguero de jugo bajaba por su piel carbón. Me aceptó sonriente a su lado, tras la sorpresa inicial. Le contemplé masticar las tajadas en silencio. Sólo al final leyó el deseo en mi mirada. No mordí la dulce fruta, sorbí con avidez las gotas saladas que brotaron de su sabroso cuello.
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