Estaba cansada. De las sonrisas fingidas, las conversaciones intrascendentes, las horas vacías, los amores templados, las bromas supuestamente divertidas, de los días que, desde hacía tiempo, siempre parecían nublados.
Estaba tan cansada.
Pero entonces un día, sin esperarlo, él apareció, como una revelación, como la verdad escondida que desde hace tanto había estado buscando. Y le prometió (al oído) que, a partir de ese momento, no volvería a haber en su vida un solo día nublado.
NINGUNO
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