Un haz de ilusión te condujo hasta mis
brazos e, inmediatamente, supe qué se siente al estrechar un arco
iris contra un pecho anciano: Felicidad.
Navegamos a cientos de nudos, siempre, con un complaciente viento rolando a nuestro favor. Solos, tú y yo, sin necesitar nada más. Libertad.
Ya en alta mar, el caprichoso destino decidió, sin apenas avisar, que nuestra nave debía encallar. Fatalidad.
Hoy me pregunto por qué no echamos amarras antes, brindándonos así la posibilidad de, tal vez, rectificar...Vida, ¿nos concedemos otra oportunidad?
Puntualizar que no aparece en la etiqueta del micro mi autoría.
ResponderEliminarUn saludo,
Lindastar.