miércoles, 7 de marzo de 2012
SU TREN
Como cada mañana, esperaba en el andén hasta que, a las 8, puntual, apareció ella, radiante como siempre. Deseaba hablarla, sentir su voz, pero el miedo me paralizaba.
Pasamos dos, tres estaciones, llegábamos a su destino, y mi voz seguía callada.
De repente, ella alzó la vista, separó sus preciosos ojos del libro, me miró y una ligera sonrisa se dibujó en su cara.
Las puertas del vagón se abrieron y la gente comenzó a salir. ELLA se deslizó entre la multitud y desapareció.
Quedé inmóvil, hipnotizado. Cuando por fin reaccioné, vi que algo brillaba en el asiento. Era su libro. Al cogerlo, una nota resbaló en su interior. La cogí y pude leer: HASTA MAÑANA...
DORIAN GRAY
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