Desde
que se fue la melancolía se ha instalado en mi vida, no dejo nunca
de sentirme triste ¡la hecho tanto de menos!. El amor entre nosotros
era fuerte y verdadero y fueron circunstancias ajenas a nuestra
voluntad las que hicieron que nos separáramos.
Añoro su presencia, nuestra complicidad, su
alegría exultante cuando regresaba a casa, las veladas frente al
televisor con nuestros cuerpos juntos. Si se hubiera quedado conmigo
ahora estaría acurrucada entre mis brazos, sentiría sus suaves
temblores de satisfacción al recorrer su cuerpo con mis manos en un
interminable juego de caricias.
Ya
no será posible, nunca volveremos a estar juntos porque el acuerdo
de divorcio establecía que ella, mi perrita pekinesa Kawichi,
viviría con mi ex.
Gedeón
Gedeón
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