Cansado de tanta sapiencia sin usar,
de olvidar todo lo aprendido a fuerza de hacer aprender algo, aunque
fuera minúsculo e insignificante, a sus torpes alumnos, el bueno de
Don Bonifacio pidió una excedencia indefinida para venirse al Mar
Menor, porque el Mayor le producía hastío, y puso un chiringuito
con un gran cártel donde se podía leer: “Vendo todo lo que he
olvidado a duro; lo que recuerdo, a peseta y lo que no sé lo
regalo”.
Meliss
No hay comentarios:
Publicar un comentario