Aquella biblioteca albergaba algo más
que numerosos tomos, algo más que historia en los polvorientos
libros y algo más que un silencio que parecía casi funerario. Tras
sus paredes se encontraba uno de los mayores secretos de la historia,
a los cuales he dedicado la mayor parte de mi vida, por los cuales
muchos quedaron en el camino y que hoy no podrán saborear este
amargo sabor a victoria, a este éxtasis contenido entre cuatro muros
que merman mi alegría inicial y con un descubrimiento que carece de
valor si no es mostrado al mundo.
Y hoy permanezco aquí sepultado, escribiendo estas palabras con la esperanza de que alguna vez alguien las encuentre, aunque quizás ya no estaré para contarlas.
Artorius
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