Queridos papá y mamá:
Sé que os hice preguntaros quién era esa extraña a la que solíais llamar hija. Me obsesioné con un canon y aun hoy tengo que contener la necesidad de vomitar cada vez que como. Recuerdo el día que descubristeis aquellos cortes en mi piel; entre lágrimas me preguntasteis si estaba tratando de matarme, debo deciros que no pero si alguna vez hubiera llegado demasiado lejos no me habría importado. Quizás fui débil pero todos aquellos empujones y burlas hicieron mella en mí, no fueron buenos compañeros pero vosotros me enseñasteis a no mirar nunca hacía abajo. Y como todavía estoy a tiempo voy a lidiar con esto, a superarlo y a vivir orgullosa de mi misma. Gracias.
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