lunes, 5 de marzo de 2012
DISTANCIA
Mi mujer y yo cenamos cada uno en un extremo de nuestra larga mesa. Creo que yo me quedé en mi lado asegurando que desde allí se veía mejor la televisión. Ella en el otro, alegando algo sobre la claridad que entraba por la ventana.
Ahora cada vez nos cuesta más encontrar excusas que vuelvan a acercarnos.
–Es un fastidio tener que pedirte todos los días que me pases la jarra de agua –le digo.
Ella contempla la jarra de agua con cierta melancolía y tarda en responder:
–Mañana pondré dos jarras.
SACARINO
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