Esta mañana me he mirado
al espejo y no me he reconocido. ¿Tan cambiado estoy?. Caminé hacia
la orilla, donde la playa, me desnudé y entré en el agua fría,
empujé mi cuerpo y penetré en el mar, doliéndome el alma. Nadé
hasta cansarme, hasta respirar hondo y sentirme vivo, dejando más
tarde mi cuerpo calentarse en la roca como los lagartos.
El sol abrazándome y
las gotas de agua huyendo de mi cuerpo, escapando hacia el infinito y
entonces, lo comprendí todo: había que estar atento a la conciencia
de vivir los instantes, los segundos, gozar la vida huyendo del
miedo, el destierro del pasado, la incertidumbre del futuro, el
triunfo del momento de haber llegado.
Todimo
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