Las estrellas se esconden con sus pensamientos tras un muro de nubes negras.
Nadia espera impaciente junto a su hija. La barca las recogerá en la orilla del río.
No dejará que sometan a su niña a la fuerza de sus costumbres, no permitirá que le quiten los más intimo de su ser.
Un hombre grita desde la oscuridad. De repente, otro más alto, de piel oscura y rostro tapado, agarra a la pequeña. Durante unos minutos, la madre forcejea sin éxito y su vida, se va en ello. Los gritos de pánico desaparecen en la noche. Una vez más, la barca llegaba tarde.
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