jueves, 15 de abril de 2010
Meses De Espera
Sin darse cuenta, estaba despierto. Antes de afrontar la sangrienta batalla de palabras, dejó llevar su mente hacia la ensoñación que más le tranquilizaba. La embarcación que él gobierna fondea; en un puerto desconocido. Las tazas, la visita, el meneo, la fecundación. De vuelta, en el barco, el tabaco, los folios, la pluma, el corregir. Con el tiempo, nace la criatura, que debería vivir sola desde que se realiza el último retoque. Se levantó; se puso a escribir. Calculó que, con el viento a favor, la gestación duraría solamente unas pocas semanas más. En otro puerto; bebería café, se olvidaría de la criatura recién nacida. Removería, soñaría, y surgiría una nueva semilla. Y volvería a navegar.
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