El matrimonio sesentón fue al cine. Estaban totalmente solos en la
sala. Él, en recuerdo de sus ayeres más ardientes y en provecho de la
soledad, comenzó a achucharla. Y ella, medrosa: -Estate quieto, que nos
pueden ver-... Y él: -Pero, mujer, si estamos solos en la sala-... Y
continuó con sus remozadas caricias y sus manejos recordados. De pronto, el
protagonista de la película, en un primerísimo primer plano frontal, desde
la pantalla: -A ver, esa parejita, un poquito de formalidad, que los demás
no somos de piedra.
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