martes, 13 de abril de 2010
Vacaciones en la vecindad
¡Idiotas! Su voz potente nos daba la bienvenida. Mis padres habían ido a buscarle, pero visto lo visto y un tanto apurados, intentaban zanjar la conversación con los vecinos. De nuevo, su voz atiplada irrumpía en el aire ¡imbéciles! La cosa se iba calentando. Con su media sonrisa dibujada en la cara, mi madre se adueñaba de la situación y tras dar las gracias, le traía de vuelta a casa. Yo deseaba descubrir los progresos lingüísticos de mi amigo, sus primeras muestras me auguraban un invierno sumamente divertido. Entretanto Séneca, mi loro, seguía mostrando las dotes de maestro de mi vecino Juanito: ¡Culito culito! ¡Multiplícate por cero!
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