Antonio salió de casa con prisas. No llegaba tarde, pero bueno. Bajó al garaje y se subió al coche. No le apetecía nada conducir, pero bueno. Se encendió un cigarro. Sabía que era malo, pero bueno. Al entrar en la oficina, saludó al conserje. Nunca le respondía, pero bueno. Encendió el ordenador y abrió el chat. No es que tuviera ganas de hablar con nadie, pero bueno. Lo pilló el jefe y le echó la bronca. Él hacía lo mismo, pero bueno. Antonio aguantó la bronca. Sabía que no la merecía, pero bueno. En la radio sonó una de sus canciones favoritas. Sonrió. Baja eso, gritó el jefe. Antonio dijo:
Bueno, pero... me voy. Y recogió sus cosas.
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