Siento la tortura acercándose a través de barrotes que me convierten en meras rayas, que me encadenan a mis pensamientos sin remedio. Si no separo pronto los pulmones de mí, me asfixiaré. Necesito respirar aire, no locura. Chocazos, chocazos, chocazos, y destellos rojo fuego. Un chocazo tras otro. Me doy la vuelta. Quiero desgarrar la pintura con mis uñas, pero sólo consigo sangre. La misma que se desparrama por el suelo, gotea por mi brazo manchando mi ropa... aunque no parece importarme. Lo necesito.
Serenidad. ¿será posible coger aire? Se oyen fuertes toses, un tambaleo de un cuerpo sin fuerzas, con una mente demasiado pesada que lo supera.
Qué escozor, qué dolor, qué alivio.
El cuerpo cae al suelo...
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