sábado, 17 de abril de 2010
Saliva
La noche en que me follaste por primera vez, el agua del Gran Canal temblaba lenta, llena de espuma. Tú me tocabas a tientas, el aire se volvía tóxico y los cuerpos resbalaban, procurando no quemarse. No recuerdo ahora muy bien si fue lento o doloroso, tampoco recuerdo el color de las paredes, ni la hora. Lo que si recuerdo es tu dulce expresión de pánico, uno de tus brazos atrapando mi espalda y la forma peculiar de la cama, meciéndose como un barco sobre sangre y saliva.
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