jueves, 15 de abril de 2010
LAS PALOMAS
Mi padre tenía un revólver Astra del calibre 38 y una tarde, cuando notó que la muerte le rondaba, salió a la calle a, según dijo después, poner las cosas en su sitio. Fue al parque y la emprendió a tiros con las palomas. Causó media docena de bajas avícolas, un espectacular revuelo de plumas y provocó cierto terror entre los transeúntes. Aunque moribundo, estaba satisfecho. Según él, después de su proeza ya podía morir tranquilo. Mi padre siempre había dicho que los ángeles ya no frecuentan la tierra por culpa de las palomas, que incumplen las más elementales normas aéreas.
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