lunes, 19 de abril de 2010
La llave
En mi ciudad hay un puente. Allí los enamorados ponen un candado para eternizar su amor y tiran la llave al río. A mi mujer le gustó la idea. A mí me pareció ridículo pero accedí. Quedamos a media noche para evitar miradas. Yo compré el candado y ella el rotulador. Puso nuestras iniciales y me pidió, tras darme un beso, que lanzara la llave. A los cuatro meses me pidió la separación. Llevábamos vidas paralelas. Nos sentamos en el salón y comenzamos el reparto de los muebles, los recuerdos y las fotos. Al llegar a la caja fuerte vi un resplandor en sus ojos. “Lo siento cariño, la llave está en el fondo del río”.
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