martes, 13 de abril de 2010
EVOCACION
Sin lugar a dudas, aquel fue el primer gesto maternal que recuerdo, un calor intenso en la nuca y un sonido de voces a lo lejos. Alguien me rescató del fondo de un armario, quiero pensar que mi madre pero sólo percibí el tacto de unas manos. Desde entonces siempre me sentí atraída por refugiarme en ellos. Sal del armario, me decían mis primos cuando huía de los juegos infantiles y yo como si oyera llover. Sólo los nudillos de mi madre golpeando la puerta lo conseguían. Cuando crecí los armarios se hicieron pequeños y ya nadie me gritó que saliera.
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