viernes, 9 de abril de 2010
Domingo en la ciudad
Deambulaba por la gran ciudad con la soltura del domingo. Despreocupado, me vi reflejado en un escaparate. Me sonreí. A mi lado (es decir, al lado de mi yo-prisionero del escaparate) ofertaban un mueble-bar a mitad de precio. Era muy correcto en sus proporciones y el barniz con que estaba cubierto le tostaba la madera y le daba aspecto de manzana caramelizada. Instantes después me giré, yo, tan irremisiblemente diminuto y en caída libre, y me lo habían robado todo. Se llevaron mi domingo y me dejaron desnudo ante mi semejante encarcelado, que pronto se desvaneció tras el mobiliario de ocasión.
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