A simple vista era un libro raro; el lomo no tenía ilustración, ni letras, la portada en relieve y del mismo color, pero por dentro era más sorprendente, las páginas desde la primera a la última estaban en blanco, no había escrito nada.
Pensé en fallo de impresión, pues las hojas presentaban unos bultos, pero por mucho que me acercaba el folio a la cara no distinguía ningún trazo.
Nunca dejé de pensar en él, ni en su mensaje, pasados unos años, creía que me desvelaría su secreto, pero nadie ha visto nunca un libro tan singular, nunca ha existido, me aseveran con rotundidad, si eso es así entonces lo tendré que crear.
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